¿Quién decide cuándo tu vida deja de valer? La otra cara del debate sobre la eutanasia

El avance del proyecto de ley sobre eutanasia en el Parlamento uruguayo ha abierto un debate social profundo que no puede abordarse solo desde el dolor o la urgencia, sino desde una mirada integral sobre qué tipo de sociedad queremos ser. Hay un área de la sociedad que se plantea: ¿De verdad creemos que garantizar la muerte asistida es una respuesta ética, médica, legal y espiritual a la fragilidad humana?

Pioneros

Uruguay ha sido históricamente un país pionero en derechos. Pero no todos los derechos se construyen con la misma lógica. El derecho a morir, que promueve esta ley, es muy distinto al derecho a vivir con dignidad. La eutanasia, aunque se presente como un acto de compasión, algunas personas lo consideran como un hecho que corre el riesgo de volverse un camino rápido, silencioso e institucional para deshacerse del sufrimiento… Sin combatirlo.

Perspectiva médica

Desde el punto de vista médico, existen herramientas y tratamientos paliativos que permiten acompañar el dolor físico y emocional de las enfermedades terminales. Sin embargo, esos recursos siguen siendo escasos, desiguales y muchas veces inaccesibles. ¿No sería más justo, más humano, exigir que se fortalezcan los cuidados paliativos antes que legislar para terminar con la vida?

En cuanto a lo legal

En el plano legal, el proyecto aprobado en comisión, hacen alusión que plantea un protocolo para aplicar la eutanasia, pero la complejidad de los vínculos humanos no puede regularse en artículos. ¿Cómo garantizar que no haya presiones familiares, diagnósticos erróneos o decisiones tomadas en momentos de desesperación o depresión? A veces, lo que una persona pide en la oscuridad de su dolor no es morir… Es ser escuchada, abrazada, sostenida.

El área que suelen evitar: el plano espiritual

En el plano espiritual, la vida no es propiedad del Estado ni del individuo. La vida es un don. Para los/as cristianos/as, la existencia humana tiene un valor sagrado desde el primer latido hasta el último suspiro. Y aún para quienes no profesan una fe, resulta evidente que nuestra humanidad se mide por cómo cuidamos a los más débiles, no por cómo legalizamos su final.

La conclusión de la otra cara del debate social

De acuerdo a diferentes personas que sostienen una postura que no comparte la legalización de la eutanasia, llegan a la conclusión de que esta posible legalización no sería solo un cambio normativo: sino que significaría un cambio cultural. En el que una vez que se instala la idea de que algunas vidas ya no merecen ser vividas, se abre una pendiente peligrosa.

No se trata de juzgar a quienes sufren, ni de negar el dolor. Se trata de elegir cómo lo enfrentamos como sociedad. La verdadera compasión no consiste en eliminar al que sufre, sino en acercarse, acompañar, cuidar.

Quizás el enfoque y los diferentes recursos, deberían enfocarse en asegurar que no haya alguien que muera solo/a, con miedo o sin cuidados adecuados.

Valorar la vida, incluso en sus momentos más frágiles, es el verdadero desafío humano.

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