Jezzini, con millones de seguidores, se vio envuelto en una controversia por un comentario considerado clasista.
Las redes sociales se llenaron de mensajes de repudio hacia el tiktoker, iniciando un debate sobre el privilegio y la responsabilidad.
El incidente ha puesto de relieve las difíciles condiciones y el trato que a menudo enfrenta el personal del sector gastronómico.
Las redes sociales tienen sus propias reglas y una de ellas es que la línea entre el humor y la ofensa es, a menudo, increíblemente delgada. El influencer mexicano Jezzini acaba de comprobarlo de la manera más dura. Un video de apenas unos segundos, grabado en un restaurante, ha sido suficiente para colocarlo en el centro de un acalorado debate sobre el clasismo y el privilegio, desatando una ola de críticas que lo han convertido en tendencia por todas las razones equivocadas.
El clip en cuestión muestra a Jezzini, conocido por su contenido de comedia y estilo de vida, en una conversación con amigos. En un momento, mientras relata una anécdota, se dirige a un mesero que pasa cerca de su mesa y le dice: «Ahorita te atiendo, mi amor. No es mi culpa que seas mesero». La frase, que según el influencer era parte de una broma interna y sacada de contexto, fue percibida por miles de usuarios como un acto de arrogancia y desprecio hacia el trabajador. En cuestión de horas, el video se viralizó y el veredicto de la opinión pública fue casi unánime: un comentario clasista e inaceptable.
La reacción fue inmediata y masiva. Cientos de usuarios, incluyendo a otros creadores de contenido y trabajadores del sector gastronómico, llenaron TikTok y X (antes Twitter) con mensajes de repudio. Se criticó la aparente falta de empatía y la actitud de «superioridad» que, según muchos, exhiben algunos influencers. El debate escaló más allá del hecho puntual, abriendo una conversación sobre la responsabilidad que tienen las figuras públicas con millones de seguidores y cómo sus acciones, incluso si son en broma, pueden perpetuar estereotipos dañinos.
Ante la avalancha de críticas, Jezzini publicó un video de respuesta, explicando que sus palabras fueron parte de un «chiste» con sus amigos, que el mesero era conocido suyo y que todo fue sacado de proporción. «Lamento mucho si alguien se sintió ofendido, esa nunca fue mi intención», afirmó. Sin embargo, su disculpa no convenció a todos. Para muchos, el contexto no suaviza el contenido clasista del comentario.
Este episodio, aunque pueda parecerte una simple polémica de internet, es un reflejo de tensiones sociales más profundas. Nos obliga a preguntarnos dónde está el límite del humor y cuánta conciencia tenemos del poder que tienen las palabras, especialmente cuando son amplificadas por un altavoz con millones de seguidores. Al final, la controversia de Jezzini deja una lección: en la era digital, cualquier comentario puede terminar en el banquillo de los acusados del tribunal de la opinión pública.