Este 7 de octubre se cumplieron dos años del ataque perpetrado por Hamás contra Israel, un hecho que marcó el inicio de una guerra que aún continúa y que dejó profundas heridas en toda la región.
Aquella madrugada de 2023, cientos de militantes de Hamás cruzaron la frontera desde la Franja de Gaza y asesinaron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles israelíes. Además, 251 personas fueron secuestradas, entre ellas mujeres, niños/as y ancianos/as, según datos oficiales del Gobierno Israelí y organismos internacionales.
Algunos rehenes fueron liberados durante intercambios posteriores, mientras que otros continúan desaparecidos o se presume que murieron en cautiverio.
Independientemente de las diferencias políticas o religiosas, aquella jornada fue una tragedia humana.
Las imágenes de familias enteras atacadas en sus hogares y de comunidades devastadas conmocionaron al mundo entero. Recordarlas no es un gesto político ni religioso, sino un acto de respeto hacia las víctimas y una reafirmación de que la vida y la dignidad humana deben estar siempre por encima de cualquier ideología.
En tiempos donde muchas personas levantan banderas de justicia o derechos, vale también recordar que no se puede defender la libertad oprimiendo a otros/as. Hamás, una organización que controla Gaza con prácticas autoritarias y una fuerte represión hacia las mujeres y la disidencia, representa lo contrario de los valores que algunos/as dicen proteger.
Por eso, recordar el 7 de octubre es también defender la coherencia: la paz no se construye justificando el terror.
Que este mes sirva para honrar a las víctimas y para renovar un compromiso universal: nunca más la violencia como camino.