Allanamientos por error: cuando la seguridad se convierte en pesadilla
El 22 de julio de 2025, una familia de Toledo, Canelones, vivió una experiencia que jamás imaginó: su hogar fue allanado por error. Estela Benítez, una de las afectadas, relató: «Pensamos que era un robo, pero no». La irrupción de la policía, con armas en mano y órdenes de permanecer en el suelo, dejó secuelas tanto físicas como emocionales en los habitantes de la vivienda.
Errores que dejan huella
Este no es un caso aislado. En septiembre de 2024, una familia en Villa Española denunció un allanamiento erróneo donde, además de la violencia ejercida, se reportó el robo de sus ahorros. Ingresaron sin orden judicial, tiraron al piso a la mujer que estaba en la vivienda y le apuntaron con un arma; en la denuncia afirman que robaron sus ahorros de una caja que estaba en un dormitorio.
Los errores en los allanamientos pueden deberse a múltiples factores: desde errores de tipeo en las direcciones hasta información incorrecta sobre los objetivos. Estos fallos no solo vulneran los derechos de los ciudadanos, sino que también socavan la confianza en las instituciones encargadas de velar por la seguridad.
El debate sobre los allanamientos nocturnos
En octubre de 2024, Uruguay celebró un plebiscito para reformar la Constitución y permitir los allanamientos nocturnos. La propuesta fue rechazada por el 60% de los votantes, reflejando la preocupación de la ciudadanía sobre posibles abusos y errores en procedimientos realizados durante la noche.
Los sindicatos policiales también expresaron su desacuerdo. El Sindicato Único de Policías del Uruguay (SUPU) manifestó que no veían las garantías necesarias para los funcionarios en este tipo de operativos, considerándolos un «riesgo extra».
Abusos y pérdida de garantías
Defensores de oficio han denunciado un aumento preocupante de abusos policiales y pérdida de garantías. Se reportan casos de uso excesivo de la fuerza, ingresos a hogares sin exhibir órdenes de allanamiento y coacciones psicológicas. Estas prácticas no solo afectan a las víctimas directas, sino que erosionan la confianza pública en las fuerzas de seguridad.
La necesidad de protocolos claros
Para evitar estos errores y abusos, es esencial que las fuerzas de seguridad cuenten con protocolos claros y capacitación adecuada. La correcta identificación de los objetivos, la verificación de la información y el respeto por los derechos humanos deben ser pilares fundamentales en cualquier operativo.
La historia de la familia de Toledo es un recordatorio de que, en la búsqueda de seguridad, no se deben sacrificar las garantías individuales. La confianza en las instituciones se construye con transparencia, respeto y profesionalismo.
Estela Benítez, aún afectada por lo sucedido, reflexiona: «La situación no te la olvidás más. Me costaba dormir pensando que alguien podía entrar a golpear». Su testimonio es un llamado a la reflexión sobre cómo se llevan a cabo los procedimientos y la importancia de proteger a quienes, en teoría, se busca resguardar.