En su nuevo rol como Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr. ha reavivado la polémica al anunciar una investigación para determinar las causas del autismo, sugiriendo vínculos con factores ambientales y vacunas, a pesar de la falta de evidencia científica que respalde tales afirmaciones.
Un enfoque desacreditado
Kennedy ha sostenido durante años que las vacunas podrían estar relacionadas con el autismo, una teoría ampliamente desacreditada por la comunidad científica. Estudios rigurosos han demostrado que no existe una conexión causal entre las vacunas y el autismo, y organizaciones como la CDC atribuyen el aumento en los diagnósticos a una mejor detección y criterios más amplios .
Críticas desde la comunidad científica
Expertos han expresado su preocupación por el enfoque de Kennedy. El Dr. Peter Marks, exfuncionario de vacunas de EE. UU., criticó la promesa de Kennedy de identificar la causa del autismo para septiembre, calificándola de “esperanza falsa” para las familias . Además, la comunidad científica teme que este enfoque desvíe recursos de investigaciones más prometedoras sobre las causas genéticas del autismo.
Impacto en la comunidad autistas
Las declaraciones de Kennedy han sido recibidas con consternación por parte de defensores de los derechos de las personas autistas. Organizaciones como el Autistic Self Advocacy Network han denunciado que su retórica perpetúa estigmas y malentendidos sobre el autismo, enfocándose en una “cura” en lugar de promover la inclusión y el apoyo necesario para las personas en el espectro .
Contradicciones familiares
Las afirmaciones de Kennedy contrastan con el legado de su tía, Eunice Kennedy Shriver, fundadora de las Olimpiadas Especiales, que celebran las capacidades de las personas con discapacidades intelectuales. Mientras Kennedy sugiere limitaciones en las personas autistas, su familia ha trabajado durante décadas para demostrar lo contrario .
Consecuencias políticas y sociales
La postura de Kennedy podría tener repercusiones más allá del ámbito científico. Su nombramiento ha sido respaldado por el presidente Donald Trump, lo que ha generado inquietudes sobre posibles cambios en las políticas de salud pública y vacunación en Estados Unidos. Además, su enfoque podría influir en la percepción pública sobre el autismo y las vacunas, alimentando movimientos antivacunas y desinformación.