La tragedia que sacudió a Soriano a comienzos de agosto continúa dejando consecuencias entre las familias involucradas. La Fiscalía resolvió mantener bajo reserva la investigación, con el propósito de resguardar la intimidad y el bienestar de ambas partes, cuyos integrantes residen en la misma ciudad y viven a escasas cuadras unos de otros.
El caso tuvo su punto más alto de conmoción cuando Andrés Morosini irrumpió en la vivienda de su expareja, se llevó a sus dos hijos y, horas más tarde, los tres fueron hallados sin vida dentro del auto con el que había escapado.
Desde entonces, la Policía ha registrado distintos episodios derivados del impacto que dejó el crimen. Uno de ellos ocurrió semanas después, cuando un hermano de Morosini fue condenado a prisión por amenazar a su expareja con “repetir la historia familiar”. La denuncia fue presentada de inmediato y el hombre terminó detenido.
Poco antes, un primo del homicida había intentado quitarse la vida con un arma de fuego. Logró sobrevivir, aunque con secuelas. Según su propio testimonio ante los médicos, la carga emocional del caso y el rechazo social por compartir el apellido de Morosini lo afectaron profundamente. Los profesionales que lo asistieron confirmaron que su estado mental se agravó tras el triple crimen.
En paralelo, la Jefatura de Policía de Soriano informó al medio Montevideo Portal, un incremento sostenido de denuncias por violencia doméstica desde el hecho. Fuentes consultadas señalaron que muchas de las víctimas piden medidas de protección, como vigilancia policial o tobilleras electrónicas.
De acuerdo con datos del Ministerio del Interior, en 2024 se contabilizaron 127 denuncias por violencia de género en el departamento. En los meses posteriores al crimen, las cifras continuaron en aumento: en julio se habían registrado 93 casos, en agosto 104 y en septiembre ya eran 130.
Las autoridades mantienen la investigación en reserva, mientras la comunidad intenta procesar las secuelas de uno de los episodios más dolorosos que recuerde el departamento.
