En una de las victorias judiciales más resonantes de los últimos años, Uruguay le ganó el juicio internacional a la empresa minera Aratirí, del magnate indio Pramod Agarwal. La corporación, parte del grupo Zamin Ferrous, había demandado al Estado uruguayo por la escandalosa suma de 3.500 millones de dólares, acusándolo de modificar las “reglas del juego” con la aprobación de una nueva ley de minería a cielo abierto.
El Tribunal de arbitraje desestimó por completo la demanda, reconociendo que Uruguay actuó dentro de su soberanía, y obligó a Aratirí a pagar 4 millones de dólares en concepto de honorarios legales al Estado. Una cachetada a los intereses corporativos que ven al sur global como tierra de saqueo.
El intento de chantaje judicial fue posible gracias al tratado de Protección y Promoción de Inversiones entre Uruguay y el Reino Unido, que Aratirí usó como trampolín, ya que India —país de origen de los demandantes— no tiene un acuerdo similar con nuestro país. Pese a esa maniobra, el tribunal falló a favor de Uruguay.
🔥 ¿Qué querían los Agarwal?
La historia de Aratirí es la crónica de una ambición desmedida. En alianza con gobiernos dispuestos a abrir las puertas a inversiones extractivas sin garantías ambientales ni sociales, la empresa proyectaba un gigantesco emprendimiento minero en Valentines, Treinta y Tres. Con un mineroducto que iría hasta un puerto privado en Rocha, pretendían extraer hierro a costa de nuestros suelos y aguas.
Pero el pueblo se organizó. Organizaciones sociales, ambientalistas y productores rurales denunciaron los impactos irreversibles del proyecto. Finalmente, el proyecto se frenó y la ley de minería cambió el escenario, lo que Aratirí consideró un “atropello” y usó como excusa para iniciar el juicio.
🧠 Lección para el futuro
Esta victoria no solo representa un alivio económico, sino un triunfo de la soberanía. Uruguay demostró que puede ponerle freno a las corporaciones transnacionales cuando éstas vienen a explotar nuestros bienes comunes sin garantías, sin respeto y con la única motivación del lucro.
El pueblo uruguayo —con su movilización y presión— tuvo un rol fundamental. Esta es una advertencia para cualquier otro conglomerado que piense que este país es zona liberada.