Uruguay sigue de cerca la reapertura de la frontera Panamá-Colombia

Panamá reabre su quinta frontera con Colombia en medio de tensiones migratorias

Luego de casi tres años de cierre, el gobierno de Panamá anunció la reapertura de su quinta frontera terrestre con Colombia, específicamente en la localidad de Aguas Frías, en la provincia del Darién. La medida se da en el marco de un acuerdo bilateral que busca mejorar el control sobre la migración irregular que atraviesa esta peligrosa región selvática rumbo a América del Norte.

El paso había sido clausurado de forma indefinida durante 2022, en respuesta al creciente flujo de migrantes provenientes de Sudamérica que, atravesando la inhóspita selva del Darién, buscaban continuar su viaje hacia Estados Unidos. Desde entonces, la presión humanitaria y política se intensificó en ambos lados de la frontera, llevando ahora a una reapertura monitoreada y parcialmente restringida, según anunciaron autoridades panameñas.

Un acuerdo para mitigar crisis migratoria

La decisión de habilitar nuevamente este punto de ingreso fue tomada tras una serie de reuniones entre funcionarios del gobierno panameño y representantes de Colombia, con mediación de organismos internacionales enfocados en la gestión migratoria. El nuevo esquema prevé controles conjuntos en la zona, además de corredores humanitarios supervisados por agentes de seguridad y salud.

“No se trata de abrir la frontera en su totalidad, sino de administrarla con más información, más control y, sobre todo, más humanidad”, declaró la canciller panameña Janaina Tewaney en conferencia de prensa. “Queremos evitar tragedias en la selva y también proteger nuestra soberanía territorial”, agregó.

La zona del Tapón del Darién se ha transformado en los últimos años en uno de los corredores más peligrosos para los migrantes. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), más de 500.000 personas cruzaron esta ruta en 2024, una cifra récord que representa un desafío creciente para los países de la región.

Un paso clave para controlar flujos irregulares

La reapertura de Aguas Frías busca descentralizar la presión migratoria del tradicional punto de Paso Canoas y de otras zonas más congestionadas. Según indicaron las autoridades panameñas, el reinicio de operaciones en la quinta frontera se realizará con un protocolo sanitario y logístico reforzado, incluyendo puestos de documentación, atención médica primaria y registro biométrico.

El gobierno panameño también espera que esta medida les permita identificar con mayor rapidez a traficantes de personas y redes criminales que operan a lo largo del Darién. Estas estructuras delictivas se han venido fortaleciendo en los últimos años, cobrando sumas elevadas a los migrantes por guiarlos en rutas extremadamente riesgosas.

Voceros del Ministerio de Seguridad de Panamá aseguraron que, si bien no se planea militarizar la reapertura, sí habrá un incremento en la presencia de la policía fronteriza y el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), con tecnología de vigilancia y drones en puntos estratégicos.

Un equilibrio entre derechos humanos y seguridad

Desde Colombia, la Cancillería calificó el acuerdo como un avance fundamental para “enfrentar los desafíos comunes con una visión regional”. La vigilancia colaborativa y el intercambio de datos entre ambos países forman parte integral del pacto firmado esta semana.

Organizaciones humanitarias han recibido la noticia con cautela. Aunque celebran la intención de hacer más seguro el tránsito migratorio, advierten que cualquier decisión que implique reforzar controles sin garantías plenas puede derivar en situaciones de abuso o en el desvío de rutas hacia zonas aún más peligrosas.

“La apertura debe venir acompañada de un marco legal claro que priorice la atención humanitaria y no solo la seguridad fronteriza”, señaló un vocero de Médicos Sin Fronteras en Centroamérica, quien además resaltó la necesidad urgente de ampliar la infraestructura de acogida en la zona.

Uruguay observa con atención el fenómeno regional

Desde Montevideo, el gobierno uruguayo ha seguido de cerca la evolución de los flujos migratorios hacia el norte del continente. Si bien Uruguay no es país de paso directo hacia el Tapón del Darién, un número creciente de ciudadanos uruguayos —o residentes provenientes de terceros países— han sido reportados intentando cruzar esta frontera en los últimos dos años.

Expertos en relaciones internacionales advierten que este fenómeno requiere una respuesta regional coordinada, en particular en un contexto de creciente inestabilidad económica en algunos países latinoamericanos. “Cada apertura o cierre fronterizo tiene efectos dominó en la región. Incluso países como Uruguay deben prepararse”.

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